miércoles, 4 de noviembre de 2009

Las ventajas de la incertidumbre. - Demian Bucay


No saber que ocurrirá puede inquietarnos, pero también nos brinda la oportunidad de evolucionar y enriquecernos como personas.
Si logramos atravesar esa angustia que nos produce la incertidumbre, posiblemente descubramos que esa misma falta de certezas puede tener aspectos beneficiosos, enriquecedores y hasta placenteros para nuestra vida.

1) LA SORPRESA
No saber que nos deparará el futuro nos permite sorprendernos. Imaginemos por un momento que aburrido sería todo si siempre ocurriese exactamente lo que esperamos. La capacidad de sorpresa nos mantiene curiosos e involucrados en nuestra vida. Se dice habitualmente que la realidad supera la feccion y creo que muchas veces es cierto que por eso los resultados con los que podemos fantasear nunca son tan ricos, variados y cautivadores como aquellos que la realidad de la vida nos regala. Como dice una cancion de John Lennon: “La vida es lo que te ocurre mientras estas ocupado haciendo otros planes”. Por lo tanto, no nos quedemos tan pendientes del guion y esemos tambien abiertos a recibir con los brazos abiertos las sorpresas que la vida nos dé.
2) LA EXPECTATIVA
¿Quién no ha sentido el cosquilleo en la piel previo al momento del encuentro con la persona amada? ¿Qué actor o músico no ha sufrido una agradable inquietud en los minutos previos a salir a escena? ¿Qué niño no se ha visto desbordado de emocion mientras desenvuelve apresurado su regalo de navidad? Ninguno de estos momentos sería posible de no ser por la expectativa que genera la incertidumbre y el no saber a ciencia cierta lo que nos procurara el destino. Estos momentos suelen ser fugaces y muchs veces la ansiedad hace que deseemos que pasen lo antes posible; sin embargo, intentemos tomarnos nuestro tiempo para paladearlos. Detengámonos unos segundos mas en esa inminencia y saboreemos esa emocion que nos hace sntir tan vivos, esa chispa inquietante tan especial.
3) EL APRENDIZAJE
Para aprender es necesario ignorar previamente, es decir, poder convivir con la incertidumbre. Esto es tremendamente importante porque aprender no es solo un medio para conseguir nuevos resultados sino un fin en si mismo. Crecer como personas, conquistar nuevos espacios, descubrir modos impensados de hacer las cosas, ampliar nuestros horizontes… todas estas cosas producen una intensa sensación de bienestar, porque nos hacen saber que estamos avanzando en nuestro camino. En ocasiones, y si somos lo suficientemente afortunados, también el contemplar nuestro progreso puede ser fuente de un gran placer. Por eso, renunciemos a querer saber todo de antemano, aceptemos con humildad nuestra ignorancia sabiendo que es el trampolín desde el que podremos alcanzar lugares imaginados.
4) LA PERSEVERANCIA
¿Habéis oído hablar alguna vez de la teoría del caos? Pues esta no es más que la idea de que la misma causa puede producir, en repetidas ocasiones, resultados diferentes. Esto se debe a que la cantidad de factores que influyen en cualquier proceso es tan elevada que se vuelve imposible tenerlos todos en cuenta y por ello, el resultado se torna impredecible. Así, el hecho de que, una vez, algo salió mal, no significa que cada vez que lo intentemos resulte así. La incertidumbre hace que los nuevos intentos tengan sentido y que podamos esperar resultados diferentes y aun mejores si no nos damos por vencidos. Atrevámonos, pues, a continuar yendo detrás de lo que de verdad anhelamos.
5) EL CORAJE
El hecho de que vivamos en la incertidumbre crea las condiciones para que se manifieste una de las virtudes que me parecen mas admirables en el ser humano: el coraje. Hay ocasiones especiales en las que alguien, movido por una poderosa fuerza interior, recoge sus cosas, se planta frente a la vida y se prepara para dar un salto. Apuesta por algo y se la juega. Se anima a enfrentar la posibilidad de perder sabiendo que quedarse en la seguridad de lo conocido terminará por empobrecerle. Esta fuerza interior es lo que llamo coraje: la voluntad de emprender un viaje de descubrimiento en el que, mas allá de adonde nos conduzca, nos engrandezcamos. El verdadero coraje se manifiesta pocas veces en la vida, pero cuando lo hace es maravilloso observarlo. La persona parece llenarse de luz e irradiarla a su alrededor. Ojala estemos preparados para que, cuando llegue nuestra ocasión, podamos llenarnos de valor y atrevernos a ir mas allá.

Extaido de la revista Mente Sana Nro 38: Autor: Demian Bucay.

1 comentario:

  1. Como te dije por correo, Maria Emilia, los temas que propones son sin duda interesantes, aunque no siempre estoy de acuerdo.
    Sin embargo lo que me quedó dando vueltas no fue el tema de esta entrada, sino el título de tu blog. Parece, o me pareció a mí, que la felicidad fuera “EL” objetivo de la vida.
    Poner a la felicidad como meta en la vida es como decir que el objetivo de la boda es la fiesta, y eso no es cierto, el objetivo de la boda es el matrimonio. La fiesta es una algarabía circunstancial y pasajera, totalmente colateral. Muchas parejas se casan sin fiesta y eso no les impide formar un sólido, fecundo, (y feliz) matrimonio.
    Si lo único importante fuera la felicidad, hay caminos rápidos y seguros para conseguirla: Las drogas y el alcohol, por dar un par de ejemplos.
    La sensación de felicidad es un mecanismo de recompensa, igual que el dolor es un mecanismo de alarma. Nada más que eso.

    Debe haber algo más. Y el sentido de una vida humana podría resumirse en esa frase, “debe haber algo mas…” La vida misma tiene que ser un medio y no una meta. Estamos acá por algo y para algo y evidentemente no es para una fiesta de boda. Hay algo mas profundo, más importante, algo que nos trasciende y a la vez nos hace trascendentes.

    Pero esta cuestión perturba. Perturba tanto que muchos prefieren ignorarla, y poner la felicidad como meta, y cada día tenemos más medios para ser felices sin pensar demasiado: las drogas, el alcohol, la pornografía, las putas, la gula, las telenovelas, los partidos de fútbol…y muchos etcétera.

    Es como poner la zanahoria delante del burro, el animal no sabe a dónde va, cree que va hacia la zanahoria, pero el arriero es el que marca el camino porque puede ver mas allá de lo que ve el burro.

    Las religiones nos proponen otro camino fácil para no pensar: La fe. Para evitarnos estas dudas molestas ellos nos dan una receta cómoda y segura: Simplemente creer. Pero la verdadera espiritualidad no está en la fe, sino en la duda.
    Somos criaturas minúsculas del cosmos y nos causa mucha angustia buscar una respuesta que, sabemos de antemano, no seremos capaces de comprender. ¡Pero joder! ¡Qué desafío!!

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